En la antigua roma no existía el título de Emperador romano, siendo éste más bien una abreviatura práctica para una complicada reunión de cargos y poderes. A pesar de la popularidad actual del título, el primero en ostentarlo realmente fue Miguel I rangabe a principios del siglo IX, haciéndose llamar Basileus Rhomaion (Emperador de los romanos').
Hay que tener en
cuenta que en aquella época el significado de Basileus había cambiado de
'soberano' a 'emperador'. Tampoco existía ningún título o rango análogo al
título de Emperador, sino que todos los títulos asociados tradicionalmente al
emperador tenían su origen en la época republicana.
La discusión sobre los emperadores romanos está
influenciada en gran medida por el punto de vista editorial de los
historiadores. Los mismos romanos no compartían los modernos conceptos de
«imperio» y «emperador». A lo largo de la historia, el Imperio Romano conservó
todas las instituciones políticas y las tradiciones de la República Romana,
incluyendo el Senado y las asambleas.
En general, no se puede describir a los emperadores como
gobernantes de iure. Oficialmente, el cargo de emperador era considerado
como el «primero entre iguales» (primus inter pares), y muchos de ellos no
llegaron a ser gobernantes de facto, sino que frecuentemente fueron
simples testaferros de poderosos burocratas, funcionarios, mujeres y generales.
En general, no se puede describir a los emperadores como
gobernantes de iure. Oficialmente, el cargo de emperador era considerado
como el «primero entre iguales» (primus inter pares), y muchos de ellos no
llegaron a ser gobernantes de facto, sino que frecuentemente fueron
simples testaferros de poderosos burocratas, funcionarios, mujeres y generales.
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