¿Como fue su Gobierno?

En apenas cuatro años como emperador de Roma, Calígula se convirtió en prototipo del déspota sanguinario. Embriagado por el poder absoluto y el fasto oriental, cayó víctima de su propia locura.




Sin embargo, durante los primeros meses de su reinado (37 a.C) tuvo un comportamiento ejemplar en todos los sentidos, y pareció confirmar todas las esperanzas que se habían depositado en él. Para empezar, él mismo pronunció el elogio fúnebre de Tiberio y depositó sus cenizas en el mausoleo de Augusto, en contra de la opinión de muchos que deseaban arrojarlas al Tíber. Luego decretó una amnistía para los exiliados y los condenados. 

Rehabilitó a su tío Claudio, que hasta entonces habìa  apartado de los asuntos públicos, asumiendo con él el consulado, y adoptó como sucesor a Tiberio Gemelo, nombrándolo «Príncipe de la Juventud». Igualmente, decretó que se rindieran honores de augusta a su abuela Antonia, tras lo cual viajó a las islas de Pandataria y Pontia para recoger los restos de su madre y de su hermano. A su vuelta a Roma concedió al pueblo el derecho al voto en los comicios para elegir magistrados y lo agasajó con representaciones teatrales y combates degladiadores. Asimismo, donó a cada ciudadano trescientos denarios y repartió gratuitamente alimentos y regalos. Mientras duraban los festejos, la ciudad de Roma se iluminaba por las noches con antorchas. También gratificó a los soldados de la guardia pretoriana, mientras que invitaba a suntuosos banquetes a los senadores (caballeros). Con estas dádivas y honores se ganó el favor de todas las clases sociales de Roma. Asimismo, el nuevo emperador recibió el juramento de fidelidad de todas las provincias del Imperio.




Pero las cosas no tardarían en cambiar. Tal como dice el historiador romano Suetonio en su biografía: «Hasta aquí he narrado su vida como príncipe, ahora narraré lo que aún queda de ella como monstruo». A los seis meses de gobierno y cuando todo estaba a su favor, padeció una grave enfermedad que tuvo como consecuencia acentuar la personalidad neurasténica del joven príncipe. No fue esta dolencia la única causa de su estado, sino tan sólo un factor agravante. Pero lo cierto es que a partir de ese momento se desarrollaría lo que los historiadores no han dudado en calificar como un caso de locura.




Calígula, por tanto, se quitó entonces la máscara y mostró al mundo su verdadero rostro. Este cambio se manifestó ante todo en su voluntad de arrogarse una condición divina, considerándose a sí mismo como un dios viviente, algo que iba en contra de todos los principios del Estado romano. Así, implantó la proskynesis o postración de rodillas ante el emperador, una costumbre de las monarquías orientales que repugnaba a la dignidad del ciudadano romano. Igualmente, mandó erigir estatuas de oro con su propia efigie. Ya que era un dios, convirtió el templo de Castor y Pólux en la antesala del palacio imperial para poder acudir allí a ser adorado por la plebe. También ordenó construir un puente entre elPalatino y el Capitolio, donde se alzaba el templo de Júpiter Óptimo Máximo, para poder hablar o discutir con este dios, considerándolo su igual.




Esta actitud megalómana ha sido interpretada por los historiadores modernos como un deseo consciente de implantar el culto imperial en vida, que hasta ese momento era privilegio del emperador divinizado tras su muerte, y, en última instancia, como expresión de la voluntad de institucionalizar una monarquía teocrática. Con este planteamiento se corresponde también su voluntad de casarse con su hermana Drusila, con la que seguía manteniendo una relación amorosa; el matrimonio entre hermanos había sido una práctica común en la monarquía de lossoberanos ptolemaicos de Egipto y se practicaba igualmente en otros reinos del Próximo Oriente. También quiso elevar a sus hermanas por encima de los mortales, como se ve en algunas monedas en las que aparecen sus efigies caracterizadas como diosas. De la misma manera, Calígula desdeñaba el uso de la toga, el vestido nacional romano, a la que prefería toda suerte de vestimentas extravagantes, ropajes de seda y mantos de púrpura bordados con oro y piedras preciosas, de evidente sabor oriental.





Otras veces, las extravagancias de Calígula tenían un aspecto cómico. Los historiadores refieren, por ejemplo, que el emperador era muy aficionado a las carreras de caballos. Para competir en ellas adquirió un ejemplar al que puso por nombre Incitatus y que ganó variascompeticiones. Llegó a tener una pasión tan desmesurada por el animal que mandó construirle un establo de mármol y un pesebre de marfil, y ordenó que se le vistiese con telas de púrpura bordadas con piedras preciosas y que se le alimentase con los manjares más exquisitos. Además, instituyó todo un servicio de criados para que estuviera continuamente atendido. Cuando en la calle había mucho ruido mandaba a la guardia pretoriana para hacer el silencio, haciendo callar a bastonazos a la plebe. De esta manera, el caballo podía descansar totalmente relajado. El colmo llegó cuando lo nombró cónsul, la más alta magistratura política de los romanos.


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